"La economía azul": Una puerta al desarrollo sostenible
Por: Luis García Morales
Los economistas de los recursos naturales, en su mayoría, se encuentran
inmerso la mayor parte de su labor encapsulados en el principio
´equi-marginalidad´, que todo problema de optimización o de maximización de
beneficios momento en la gestión del medio ambiente (Labandeira, León, & Vásquez, 2007). Ya se
creía haber resuelta la gestión del medio ambiente y que esto nos permitiría ir
hacia un desarrollo –supuestamente- sostenible y demás. Y a consecuencia de que
la teoría no podía explicar en sí cómo llegar al desarrollo sostenible,
entendido como parte del desarrollo ético (Contreras, 2010), se mejoró el modelo para así llegar a
la ´economía ambiental´, sin embargo, fue Georgescu-Roegen quien
mostró las falencias de la “economía ambiental” por consideraciones que él
llegó mediante las leyes de la termodinámica. Él constituyó la llamada
“economía ecológica o verde”.
No obstante, la ´economía verde´
se caracteriza porque sus acciones a largo plazo dividen a la sociedad, son
costosas, y necesitan para funcionar subsidios para sobrevivir con sus
programas y los gobiernos quebrados necesitan poner más impuestos. La Economía
verde propone la protección, el cumplimiento de la ley; sin embargo si
analizamos la economía sostenible utiliza y necesita la creatividad del ser
humano (Martinez, Arellano, & Reynoso,
2015). Y la pregunta es si hay una teoría que permita
enfrentar riesgos haciendo lo mejor posible, con base a un conocimiento local y
ético. Veamos.
“La
economía azul” propone
un nuevo tipo de economía con base sólida apuntada a un desarrollo social.
Regida en servirse del conocimiento acumulado durante millones de años
obtenidos de la naturaleza para alcanzar cada vez mayores niveles de eficacia,
respetando el medio y creando riqueza, y traducir esa lógica al mundo
empresarial. Nos invita a pasar de una economía donde lo bueno es caro y lo
malo barato, a un sistema donde lo bueno e innovador, resulta asequible para
todos y competitivo en el mercado, y ayuda a resolver problemas que aquejan a
la sociedad (Gunter, 2011).
¿Quién pondría en
duda que el mundo necesita un nuevo modelo económico? Tenemos que hallar la
manera de satisfacer las necesidades básicas del planeta y todos sus habitantes
con lo que la Tierra produce. Se han adoptado muchas medidas importantes en el
marco del movimiento en pro de la sostenibilidad y la ecología; sin embargo, es
preciso buscar soluciones que nos permitan dar un importante salto hacia
adelante. Los modelos económicos del pasado han colapsado y la Economía
Ecológica ha sido la única respuesta sería. No obstante, si bien ha repercutido
en productos específicos en mercados específicos, como el comercio justo del
café y el té, aún le queda por reconfigurar la totalidad de nuestro sistema. El
principal desafío consiste en que exige que las empresas aumenten las
inversiones, y los consumidores paguen más. Esto es válido y justificado cuando
la economía mundial está en proceso de expansión y el desempleo disminuye, o
cuando los principales agentes del mercado cuentan con recursos financieros
suficientes. Pero resulta difícil cuando la demanda desciende y la confianza
del consumidor disminuye, y aún más difícil cuando las personas se percatan de
que sus empleos corren peligro.
Ha llegado el
momento de adoptar un amplio conjunto de innovaciones que aprovechen lo ya
logrado y para lo que se han determinado parámetros de referencia en todo el
mundo. Durante decenios hemos venido copiando la genialidad del diseño de la
naturaleza, como el Velcro, que imita la técnica de adhesión de las semillas de
bardana, o el auto limpieza de la flor de loto. Ahora las sociedades deben
avanzar del romance con las especies a la inspiración pragmática en los
ecosistemas.
Con demasiada
frecuencia en el actual movimiento en pro de la sostenibilidad, la sustitución
de un producto o proceso por otro no ha tenido las consecuencias deseadas.
Por ejemplo, la
utilización del maíz como materia prima tanto para los biocombustibles como los
bioplásticos ha incrementado el costo del cereal, lo cual ha puesto en peligro
la seguridad alimentaria para millones de personas, y ha estimulado a la
industria a que adopte controles genéticos para obtener producciones
estandarizadas y predecibles. La utilización del aceite de palma para jabones
biodegradables ha destruido inmensas superficies de bosques pluviales y el
hábitat del orangután. El apetito por los hongos, un delicioso y delicado
sustituto de la proteína animal, ha incrementado la tala de árboles de roble,
sobre los cuales se desarrollan.
Asimismo, nosotros
debemos evolucionar en nuestra búsqueda de la sostenibilidad, y desarrollar una
Economía Azul más empresarial e innovadora. Debemos trascender la sustitución
de un producto o un proceso por otro, y en su lugar mejorar el sistema, y para
ello abrir posibilidades para una nueva generación de empresarios que utilicen
de manera sostenible lo que esté disponible para satisfacer las necesidades de
la Tierra y todos sus habitantes.
Cito a nuestro
país vecino Colombia de como dio salto a la economía azul, es una señal de
pragmatismo de los varios proyectos que se están desarrollarlo a nivel mundial.
La propuesta de producción de hongos, setas o champiñones, utilizando como
sustrato o base la cacota, cubierta externa del café o cáscara blanda (CAFÉ CON
CHAMPIÑONES, EL NUEVO NEGOCIO DEL CULTIVADOR, 1999).En lo cual nuestro
país genera un promedio explicable de cascara por cada kilo de dicho producto,
que en muchos casos se ha convertido en problema para el productor deshacerse
de ello (Alberto lulca-Otlnlano, 2003).
El Perú es uno de
los invitados a la fiesta en este negocio de producción de setas o champiñones,
por las oportunidades que tenemos en nuestra selva de producir café y no saber
¿qué hacer con los desechos?, pues la imaginación es tremenda de los beneficios
que les daría a los agricultores de la zona en sus diferentes ámbitos.
En el mundo hay
unas 10.000 especies de hongos, de las cuales un poco más de 5.000 son
comestibles y de ellas sólo se cultivan 20. El hongo gigante, que el profesor
Pauli le propone producir a los cafeteros tiene el más alto precio (40 dólares
por kilo) y demanda en los mercados del mundo.
Una característica
de los hongos es que, aparte de ser magnífico alimento con muy bajo contenido
de grasas, colesterol y ácidos grasos saturados, crece en el breve lapso de 12
semanas, como es el caso de los champiñones.
De esta manera
unos pocos gramos, que pesan las semillas o esporas cuando comienza el proceso,
se convierten hasta en 43 kilos de alimento comestible por metro cuadrado.
Una explicación
posible de su dinámica, puede estar en su antigüedad y adaptabilidad para vivir
y prosperar en las difíciles condiciones de materiales en descomposición.
Téngase en cuenta que los hongos tienen una existencia registrada de 130
millones de años y se cultivan desde el siglo VII.
El descubrimiento
de la industrialización de los hongos, usando grandes cantidades de fibras de
desecho -que es el caso de las cáscaras blandas del café puede transformar la
industria de los alimentos, como ya pasó durante los últimos 100 años con el
pollo. De hecho, hasta hace 20 años, esta ave era un plato exquisito para
ocasiones solemnes. De ahí el chiste que cuando un pobre come pollo es porque
uno de los dos está enfermo. La productividad de los hongos es asombrosa porque
se logra un alimento extraordinario a partir de un sustrato de lignocelulosa,
vapor, esporas y unas instalaciones adecuadas en las cuales se pueden obtener
hasta 43 kilos de hongo botón blanco en 6 semanas.
El negocio mundial
de los hongos vale 10.000 millones de dólares al año, de los cuales los chinos
manejan 50 por ciento de ese comercio. El crecimiento de su producción ha
mantenido un ritmo de 15 por ciento durante la presente década y no da muestras
de fatiga.
Aparte del hongo
de botón, Agaricus, hay una creciente demanda por los hongos shiitake y
mayetake, sin contar con las posibilidades que ofrecen los miles de hongos que
prosperan en el trópico, los que ni se estudian ni se consumen en forma
significativa.
Hay quienes creen
que es tal su abundancia y eficiencia en la conversión de materiales en
descomposición, que podrían utilizarse incluso como alimento del ganado, esto,
claro, sin considerar su amplio uso en farmacología.
En la misma forma
vemos esto en la escuela Laggarberg, en Suecia, según el diseño de Anders
Nyquist, o el hospital de campaña en la Vichada, en Colombia, según el diseño
del equipo de Las Gaviotas, en que el aire se refresca de manera natural y
continúa sin necesidad de bombas, calentadores o refrigeradores de costo
elevado. Esas edificaciones demuestran que las inspiraciones basadas en la
naturaleza pueden disminuir los costos de capital sencillamente mediante la
explotación de las diferencias de presión. La dependencia en el aislamiento de
base química se complementa, o incluso se reemplaza, mediante una comprensión
más profunda de las leyes físicas, eliminándose en el proceso el uso
insostenible de materiales y energía.
En su último
Informe del Club de Roma, Achim Steiner, Director Ejecutivo del PNUMA y Ashok
Khosla, Presidente de la IUCN, escribieron: “Podemos hallar formas de utilizar
la física, la química y la biología de igual manera que lo hacen los
ecosistemas con materiales renovables y prácticas sostenibles. Ello ha dejado
de pertenecer al reino de la ciencia ficción: está ocurriendo aquí y ahora.
Mediante políticas apropiadas para apoyar las investigaciones y el desarrollo,
y estrategias de promoción que logren su puesta en práctica mediante mecanismos
de mercado, esos materiales y métodos ofrecen abundantes oportunidades para
acelerar su adaptación con miras a hacer frente a las apremiantes cuestiones de
carácter mundial”.
Estos son unos de
los muchas oportunidades de negocio que ya se están ejecutando en distintos
países del mundo y hay infinidades de cosas que podemos aprender de la
naturaleza y así poder optar por un mundo diferente. Generando un desarrollo
sostenible sin degrada el medio ambiente. Es hora de cambiar nuestro paradigma.
Referencias:
Contreras, E. G. (2010). La
Economía de los Recursos Naturales. Perú: Universidad del Pacífico.
Gunter, P. (2011). La Economía
Azul: 10 Años, 100 Innovaciones, 100 Innovaciones de Empleos. España:
Tusquets Editores S.A.
Martinez, M., Arellano, P. & Reynoso, R. (2015). Economía Verde vs Economía Azul: Un Análisis de Viabilidad. México:
20° Encuentro Nacional sobre Desarrollo Regional.
Labandeira, X., León, C. & Vásquez, M. (2007). Economía Ambiental. España: Pearson Educación S. A.
Alberto lulca-Otlnlano, R. C.-P.-C. (2 de Novienbre
de 2003). http://infocafes.com/portal/wp-content/uploads/2017/01/cubajulca.pdf.
CAFÉ CON CHAMPIÑONES, EL NUEVO NEGOCIO DEL CULTIVADOR. (1999).
ELTIEMPO.
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